(Nota: El artículo original fue escrito por David Helman, escritor para DallasCowboys.com, y traducido al español para SomosCowboys.com)
FRISCO, Texas - Resultó ser un día ocupado para los receptores abiertos de los Cowboys.
Nada es oficial con Amari Cooper, pero parece cada vez más probable que el receptor del Pro Bowl regrese a los Cowboys en un mega contrato por un valor de $100 millones.
Al mismo tiempo, también perdieron a uno de los líderes receptores del año pasado, ya que, según los informes, Randall Cobb llegó a un acuerdo con los Houston Texans en un contrato de tres años y $27 millones.
El acuerdo de Cobb también viene con una garantía de $18.75 millones, lo que hace que el receptor de 29 años sea uno de los puntos focales para la ofensiva de los Texans y el mariscal de campo Deshaun Watson.
A lo largo de la temporada baja, las indicaciones han sido que los Cowboys estarían interesados en traer a Cobb para una segunda temporada. En el combinado de la NFL en febrero, el nuevo entrenador en jefe Mike McCarthy dijo que era un objetivo volver a firmar tanto a Cobb como a Cooper, señalando específicamente lo bueno que pensó que fue Cobb en 2019.
"Pensé que tuvo una gran temporada en Dallas el año pasado, me impresionó su video", dijo McCarthy.
En cambio, Cobb se va a Houston para ayudar a reemplazar a DeAndre Hopkins, quien los Texans canjearon a Arizona el lunes. Cobb ayudará a Will Fuller y Kenny Stills a tratar de mantener el juego de pases en Houston sin uno de los receptores más productivos de la NFL.
Dallas firmó a Cobb en 2019 bajo un contrato de un año por un valor de $5 millones. Si bien la temporada del equipo fue decepcionante, el contrato de Cobb sigilosamente demostró ser una de las mejores ofertas en la lista en términos de valor y producción. Registró 828 yardas y tres touchdowns mientras se desempeñaba principalmente como receptor en la ranura.
El veterano tiene una larga historia con McCarthy, quien seleccionó a Cobb en la segunda ronda en 2010. De hecho, la temporada pasada con los Cowboys fue la única temporada de la NFL que jugó sin McCarthy. En sus siete temporadas con McCarthy en Green Bay anotó 41 touchdowns y fue posiblemente el arma más confiable de Aaron Rodgers en la última década.
